sábado, 11 de febrero de 2017

Una historia



Nos escribí una historia en la que nos encontrábamos en un punto intermedio entre el cielo y la tierra.
Donde éramos capaces de amarnos hasta perdernos, siempre con la finalidad de volver a encontrarnos hasta olvidarnos. Siempre esperando que todo se sintiera igual, igual que como nunca antes se había sentido.
Nos escribí una historia en la que éramos sin ser nada, en la que nos entregábamos sin dar nada. En la que nunca perdíamos porque, ante todo, se ganaba.
Nos escribí una historia en la que nos volvía a sentir completamente entregados el uno al otro, completamente ajenos el uno del otro.
Nos escribí una historia que fue la muestra perfecta de la dualidad que viven nuestras almas entre el amor absoluto y no sentir absolutamente nada.

lunes, 2 de enero de 2017

N



Tanto y nada, tiempo pasa y nada.
Lo borro, lo sigo, lo persigo y nada.
Lo olvido y nada.
Nada de nada, no se va, no viene, no ama, no pierde.
Tanto de nada mas nada.
Ojalá fuera cierto que multiplicar por nada se convierte en nada.
Eso no pasa, en el amor, los que amamos sabemos a qué sabe la nada.
Tanto tu y yo que te inundo de nada.
Multiplico y nada.
Tu siempre, por siempre, mi nada.

jueves, 9 de abril de 2015

La última cerilla



Perdí la luz, no llegó la caja semanal y así la última de las cerillas exhaló su mortecina luz. Petrificada en la obscuridad mi respiración me delataba, no podía moverme. Me había acostumbrado a ver entre las minucias del fosforo ardoroso, me acostumbre a ver a medias, a vivir a medias, a amar a medias. Entre sombras tenia enraizado el corazón.
La última cerilla se consumió sorda a mis preces y la negrura me cegó el alma. Me sujete a mí misma, perdí la gravedad. Silencio, polidipsia, frío,  llanto seco y deshidratado me aventaron las manos al frente y como poseídos los pies les siguieron . Unos pasos y no encontré nada, nada y se me cimbró el alma.
Algo habrá mas allá de la ausencia- gritaba el alma.
Pocos pasos se me fueron escurriendo hasta que sin mayor sorpresa toque la cortina, esa  cortina que lo guarecía todo. Así, de un jalón vi el orbe escondido tras mis propias manos y me ilumine completa, me atemorice entera pero me vi toda, me toque toda, me inhale toda y en voz muy bajita agradecí la omisión del repartidor de cerillas.
Imponente sorpresa se llevará el, si acaso regresa, al encontrarse en la mano una cerilla que le ilumine su media visión, su media vida, su medio amor y peor aun, a esta repartidora de cerillas que jamás olvida una entrega.

Palabras



Las palabras han perdido su poder.
Me perdí para ti, tal vez.
Mogador cerró sus puertas.
Destrozaste el mapa.
La imprenta del viento dejó de quemar tu piel.
Diluiste ese lado tan mío del corazón.
Benedetti, Cortázar, todos recibieron sus días de vacaciones.
Las palabras se quedaron mudas.
Superaron lo imposible con la nada fragmentada,
La separación  de partículas mías en ti.
Las palabras han perdido su poder.
Entré en la vorágine de extrañarte
Como los primero días, otra primera vez.
Entre tantos minutos hubo obstáculos para extrañarte.
Las palabras están desordenas
Mi puesto de Utopía recibió aviso de desalojo
La utopía no brilla más en tus ojos.
Volví a fumar para sentir que respiraba,
Permiso denegado para permanecer sobre la nube que pisas.
No me preparé para los absolutos.
Las palabras han perdido su poder,
Las palabras perdieron el sentido,
Andan locas, locas de escaparate,
Las palabras andan locas de olvido y sed,
Revueltas por no lograr entender un final a destiempo
Un final de muertos.
Un final de almas de por sí ya rotas sin sentido.